• GD-O-0170_1_El Paseante
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GD-O-0170

El Paseante

GD-O-0170
Lenguaje artístico, luz, Lenguaje artístico, texto en movimiento

Año de producción
2009
Tipo de obra
Técnica / Material
Proyección sobre piedra e iluminación ambiental
Dimensiones
Dimensiones variables
Propiedad

Descripción visual
Video que proyecta sobre una piedra, cinco palabras que conforman la frase ¿ Y TÚ, QUÉ HACES AQUÍ?, pasando de derecha a izquierda. La escena está teñida de rojo.
Textos en la obra
¿Y TÚ, QUÉ HACES AQUÍ?
Texto Artista
Nota para El Paseante, instalación de Gonzalo Díaz exhibida inauguralmente en 2009, en la 5ª Bienal Vento Sul* Esta obra surge de un recuerdo impreciso de juventud activado por esta invitación a la 5ª Bienal VentoSul. De mis desordenadas e incompletas lecturas literarias y filosóficas de esa lejana época, recuerdo vagamente un episodio de la vida de Goethe. Paseando el genio (que resistió hasta el final la crítica demoledora de Nietzsche) por algún paraje italiano se encontró de pronto con una piedra tumbada ahí en la campiña. Tal vez, esta pequeña historia está narrada en las Conversaciones con Eckermann, pero no he querido corroborarlo. Según mi recuerdo, el narrador prosigue diciendo que ante ese espectáculo minúsculo y nada de extraordinario, Goethe se habría detenido profiriéndole a ese objeto inerte la famosa frase para el bronce: “Y tú, ¿qué haces aquí?”. La moraleja del panegirista es mostrar a la posteridad cuánto sabía el sublime vate sobre geología y otras ciencias naturales impreciso –mineralogía, botánica, zoología, evolución, óptica, climatología– pues aquella piedra no debía estar, por sus características litomórficas y condiciones geológicas del terreno, en ese lugar. Trasladar desde Chile la piedra a Curitiba era una condición del montaje. Les pedí a los organizadores de la Bienal que después de la exposición la enterraran en alguna parte de la ciudad para que en 500 años más pase por ahí un geólogo y tenga que hacerse o hacerle a esa piedra sin contexto la misma pregunta extrañada: Y tú, ¿qué haces aquí?, siempre y cuando en 500 años más, toda la ciencia sea goetheana, en el sentido de que Goethe despreciaba los artefactos teóricos y propiciaba la observación metódica de los fenómenos como primera condición del conocimiento. Con esta obra he pretendido señalar, aunque sea de manera oblicua, la dimensión de extrañamiento que imponen, por lo general, las obras de arte contemporáneo y la predisposición angustiosa de los espectadores comunes a buscarles algún sentido estable. Sería El Paseante un teorema anexo o un corolario de Eclipse, presentada en Documenta 12: “Haz llegado al corazón de Alemania sólo para leer la palabra ARTE bajo tu propia sombra”. Los contextos de las obras, vinculados siempre a la tradición tecnológica, profundamente histórica de la provincia –los artistas siempre viven de la provincia que habitan, se llame ésta Nueva York, Curitiba, Antofagasta o Londres–, quedan inaudibles e invisibles en la maraña ideológica de la globalización. Las obras se trasladan desde las provincias demasiado lejos y demasiado rápido, en el maldito e inexperimentable espacio internacional del arte, hacia el Imperio Homogéneo de las Bienales Internacionales, dejando atrás las claves de esos contextos de donde provienen, los que nunca llegan a tiempo, quedando siempre las obras como OVNIS, flotando, mudas y enceguecidas de destellos en ningún lugar –como la aparición de Kaspar Hauser, una mañana del siglo XIX, parado sin habla en una calle de Nuremberg: aunque tenía un papelito con su nombre que sus ignotos secuestradores le habían dejado en la mano o prendido a la solapa de su chaqueta: esta pequeña nota sería el equivalente, para esta obra, de aquel papelito. La atmósfera de la instalación El Paseante y su materialidad tecnológicamente ambigua –una especie de povera high tech–, quedan abiertas e inconclusas y le permiten al espectador establecer una estratificación múltiple de significados. La piedra aquí es la obra, que es “interrogada” por la proyección video, por el espectador, también por el artista que la hace, también por el crítico. La piedra aquí es también el artista mismo expuesto a la total falta de contexto, que es interrogado por su propia obra, por el espectador, también por el crítico. La pregunta que el espectador lee de esa manera sobre la materia inerte de la piedra, transfigurada en objeto por la mano y la liturgia del artista, también se vuelve hacia él mismo: “¿Y yo, qué hago aquí? ”, siendo objeto y sujeto del calor del pensamiento encriptado en las obras de arte contemporáneo. Gonzalo Díaz, Bahía Azul, Los Vilos Enero, 2010 *Esta versión de El Paseante, se presenta por segunda vez en la feria de arte contemporáneo CHACO. Texto manuscrito de Gonzalo Díaz, sin fecha.
Contexto Histórico
La V Bienal Ventosul de la ciudad de Curitiba contó con la curaduría de Leonor Amarantes y Ticio Escobar, bajo el título Agua grande: los mapas alterados.
Biografía de la obra
La piedra, parte fundamental de la obra, la llevó Nury González desde Chile en avión. La piedra fue encontrada por Gonzalo Díaz en una vereda en Santiago. "Era muy bonita, por ese plano en diagonal, sobre esa piedra este aparato proyecta un texto luminoso que se mueve. Estaba hecho con una fotomecánica de manera que la pura letra estaba abierta, entonces la luz del video-proyector pasaba solo por la letra, entonces proyectaba la letra blanca sobre la piedra. El espacio estaba pintado de rojo e iluminado con rojo. El proyector estaba a la altura más cerca posible de la piedra, de manera que no se desenfocara el texto. El aparato, que era un tremendo mamotreto más encima necesitaba un pasa-película más arriba. Años después Pedro Montes la mostró en una CHACO, con otra disposición. con otra piedra (la piedra original se quedó en Brasil.
El referente de esto es un cuento de Goethe que va caminando por la campiña italiana, –es un cuento contado por los amigos de Goethe que lo tenían así como un dios en la tierra–, entonces el tipo era tan sabio, sabía tanto geología, minerología, de todo, que de repente se para en el camino extrañado porque había una piedra que no correspondía que estuviera ahí por la contextura geológica del lugar. Entonces le dice ¿y tú, qué haces aquí?. Es bonito porque en abstracto esa piedra se transforma en espectador del arte contemporáneo. Tenía una cuestión doble, era la obra de arte contemporáneo y el espectador del arte contemporáneo, que puede ser interrogado con la misma pregunta ¿Y tú, qué haces aquí?. No me podía acordar de dónde había sacado el cuento de Goethe. Era imposible que o hubiera inventado ese cuento. Le pregunto a Pablo Oyarzún y me dice que no tenía nada. Años después (2022) encontré la fuente. Ese relato estaba en el libro Carlota en Weimar de Thomas Mann". (Gonzalo Díaz, entrevista 9 de mayo de 2024)